La lectura a edades tempranas permite que las niñas y los niños se vean reflejados en las historias que escuchan o leen, lo que les ayuda a identificar sus emociones, comprenderlas desde varios ángulos y gestionarlas mejor. Las historias ofrecen un espacio seguro para explorar la tristeza, el enojo o el miedo desde una distancia segura, permitiéndoles desarrollar una mayor inteligencia emocional.
La lectura también se relaciona directamente con el desarrollo del cerebro en la infancia, que aumenta su capacidad para procesar información y aprender. Los primeros años son clave para el desarrollo cognitivo y la exposición a la lectura contribuye a estimular las áreas del cerebro orientadas a estas habilidades, así como la memoria, la atención y la capacidad de concentrarse y resolver problemas.
La lectura impulsa la creatividad y la imaginación, exponiendo a niñas y niños a mundos, personajes y situaciones que amplían su visión de lo posible, nutriendo su capacidad de imaginar y de crear. Estas habilidades son esenciales para el desarrollo de la resolución de problemas y el pensamiento crítico, destrezas que serán clave en su vida futura.
La lectura en la infancia también permite que los hijos refuercen el vínculo emocional que sienten por sus madres o padres, ya que comparten experiencias y conectan en situaciones o argumentos interesantes para ambos. Las historias también permiten a los niños comprender emociones y sentimientos complejos como el amor, la amistad e incluso la pérdida y el dolor, esto les permite formar vínculos más fuertes y conscientes con los demás, convirtiéndose en personas de relaciones empáticas y respetuosas.
La lectura actúa como una actividad relajante, que permite a niñas y niños desconectarse de situaciones tensas o sobrecargadas cuando lo necesitan. Sumergirse en un libro brinda una sensación de calma y seguridad que les ayuda a aliviar el estrés, promoviendo así un equilibrio emocional desde la infancia. Descubrir estas herramientas puede ser clave para que los niños encuentren calma y seguridad en sí mismos, así como confianza y el valor de decir lo que les incomoda para sentirse mejor.